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Tiempo es cerebro: Dispositivos Médicos y su rol en la prevención de accidentes cerebrovasculares

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Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año 15 millones de personas sufren un Ataque Cerebrovascular, de las cuales 5 millones fallecen y 5 millones quedan permanentemente con algún tipo de discapacidad.

En Chile, de acuerdo a datos del Ministerio de Salud, en el año 2021 hubo 29.542 egresos hospitalarios por ACV y esta enfermedad fue la segunda causa de mortalidad, después de las enfermedades isquémicas del corazón, sin considerar la pandemia del Covid-19. Se registraron 7.501 defunciones por ACV ese mismo año, lo que equivale a 1 muerte cada 72 minutos.

Los 3 síntomas más comunes de un ACV son la pérdida de la fuerza en un brazo o en una mitad del cuerpo, la parálisis de la mitad de la cara, y la dificultad para hablar o hacerse entender. Cualquiera de estos 3 síntomas, si se produce de manera repentina, nos debe hacer pensar en un ACV.

En este contexto, los dispositivos médicos desempeñan un papel fundamental en la prevención, diagnóstico y tratamiento oportuno de los ACV, ayudando a salvar vidas y mejorar el bienestar de las personas que lo padecen.

Dispositivos como tensiómetros digitales, monitores de ritmo cardíaco y glucómetros son herramientas accesibles y que podemos tener en casa para controlar de manera constante factores de riesgo como la hipertensión arterial y la diabetes. Estas tecnologías permiten a los pacientes y profesionales de la salud llevar un registro detallado de las condiciones que pueden desencadenar un ACV, posibilitando intervenciones preventivas antes de que ocurra una crisis.

Cuando un accidente cerebrovascular ocurre, el tratamiento inmediato es vital para minimizar el daño cerebral. Aquí, nuevamente, los dispositivos médicos juegan un papel crucial. Dispositivos como los stents neurovasculares y los sistemas de aspiración mecánica para eliminar coágulos han revolucionado el tratamiento de los ACV isquémicos, permitiendo que muchos pacientes recuperen sus funciones neurológicas en un plazo más corto y con mejores resultados.

Además, los avances en dispositivos de monitorización post-ACV permiten una rehabilitación más eficaz, guiando a los profesionales en la planificación de terapias personalizadas que mejoren la recuperación y calidad de vida del paciente.

La presión arterial elevada, el consumo de tabaco, la diabetes, el colesterol elevado, la obesidad, el sedentarismo y la fibrilación auricular, son factores de riesgo importantes a considerar, ya que podemos actuar sobre ellos para prevenir un ACV.

Otro factor de riesgo es la edad, ya que a mayor edad existe mayor riesgo. También, los hombres tienen un riesgo más alto, al igual que las personas que tienen familiares directos con antecedentes de un Ataque Cerebrovascular.

Como en toda enfermedad, la prevención es clave para reducir la incidencia, y en el caso de los accidentes cerebrovasculares, los dispositivos médicos son aliados que permiten detectar a tiempo estas condiciones que predisponen al ACV, ofreciendo herramientas para monitorear y evaluar el estado de los pacientes en etapas tempranas.

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